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martes, 17 de abril de 2012

LAS GUERRAS MÉDICAS


Busto de Milcíades
“Tenemos un régimen político que no emula las leyes de otros pueblos. Más que imitadores, somos un modelo a seguir”. Pericles, el griego más ilustre del siglo V a.c., definía de esta guisa la democracia ateniense; resultado final de un proceso histórico desencadenado por las dos grandes invasiones lanzadas por el imperio persa sobre territorio griego en el 490 y el 480 a. C.

Los conflictos entre griegos y persas tienen su origen en el afán conquistador de Ciro el Grande, fundador de la dinastía aqueménida, que lanzó una campaña para dominar todo el Próximo Oriente. Los griegos se sintieron amenazados ante el avance persa, pues en la costa del Asia Menor se alzaban muchas colonias y ciudades de los helenos. Ciro percibió con celeridad la importancia de controlar estas polis que garantizaban el acceso al mar y eran el lugar idóneo  para lanzar una hipotética campaña de conquista sobre las islas y territorios bañados por el Mediterráneo.

Las ciudades estado de los jonios no osaron poner resistencia y pasaron a ser súbditas del imperio. A los persas les interesaba el tributo en recursos y tropas. A los territorios conquistados se les permitía mantener sus costumbres y cierta autonomía pero las autoridades quedaban sometidas al Sátrapa, gobernador persa, que velaba por recaudar el impuesto.

Darío, rey de Persia
El dominio despótico persa y su afán recaudador provocó un descontento entre las ciudades griegas de Asia Menor, sobre todo Mileto, que azuzado por los atenienses rápidamente desembocó en una revuelta. Éste sería el pretexto que usarían los medos para atacar Grecia. Atenas prestó su apoyo a la ciudad de Mileto que no tardó, con la ayuda de su aliada, en sublevarse contra el dominio persa. Los griegos marcharon sobre Sardes, capital de la Satrapía de Lidia, y la incendiaron. Éste hecho, y las arengas de los gobernantes de Mileto y Atenas, insuflaron valor al resto de ciudades jonias que acabaron por unirse a la insurrección. En el año 499 a.c todos los griegos del Asia Menor se levantaron en armas contra el imperio. La respuesta persa no se hizo esperar y fue contundente.

Darío, ahora Gran Rey, avanzó con su ejército y aplastó a los insurrectos a sangre y fuego. Una importante batalla naval, que acabó en desastre para los intereses griegos, selló el destino de la revuelta. Mileto fue arrasada como escarmiento y Darío juró vengarse de Atenas y los griegos que habían sembrado el germen de la rebelión entre sus súbditos. Se cuenta que Darío, para no olvidar aquella afrenta y mantener vivo el odio contra los griegos, encargó a un criado que todos los días a la hora de comer le repitiese esta frase: “Señor, acuérdate de los atenienses”.

Darío lanza su ofensiva: la primera guerra médica


Los preparativos para la campaña contra los griegos estuvieron prestos entorno al año 490 a. c. Una gran flota, al mando de Datis y Artafernes, conquistó muchas islas del Egeo. Las tropas embarcadas saquearon, mataron e hicieron un gran número de esclavos. Eretria fue arrasada y sus habitantes deportados a Susa, centro neurálgico del imperio persa. Atenas sería el siguiente objetivo y hacia ella se dirigió el grueso del ejército invasor. Con ellos iba Hipias, exiliado ateniense, que esperaba ocupar el poder como recompensa por su apoyo al rey Darío. La gran flota fondeó en la bahía de Maratón desembarcando una gran fuerza de combate. Los atenienses habían previsto este movimiento y habían enviado al grueso de sus falanges a aquel lugar.

Ruta seguida por la flota persa

La batalla de Maratón


Los atenienses estaban en una preocupante inferioridad numérica. Carecían de flota mientras el almirante persa Datis disponía de 200 barcos y una fuerza de combate de 30000 hombres –contando arqueros, infantería y caballería- por 10000 hoplitas atenienses reforzados por unos 600 plateos.

Milcíades, que había servido en el ejército persa en su juventud, conocía todas las estrategias del enemigo y sabía que esperar en Atenas permitiéndole desplegar sus unidades sería un grave error. Por tanto sugirió enfrentarlos en cuanto desembarcasen, aprovechando un terreno difícil que no permitiría al enemigo usar su caballería. En combate cuerpo a cuerpo los griegos eran superiores y estaban mejor equipados por lo que sería más probable que pudiesen paliar con calidad la superioridad numérica del enemigo. La decisión no fue unánime y finalmente Milcíades logró ganarse a Calímaco decantando la balanza hacia su lado y logrando su propósito de ir a enfrentar a los persas. 

Plano de la batalla de Maratón

Los atenienses pudieron escoger el mejor lugar para el despliegue. Lo hicieron en una posición de altura. Una vez preparados dejaron a los persas mover pieza. El tiempo jugaba a favor de los griegos, pues esperaban la llegada del ejército lacedemonio.  Éstos se retrasaron porque debían celebrar un ritual antes de entrar en combate lo que les impedía tomar las armas hasta el plenilunio. Los refuerzos espartanos se retrasarían una semana y llegaron dos días después de finalizados los combates.


El ejército persa desplegó en la llanura con la intención de aprovechar el espacio para usar su poderosa caballería. Milcíades, perro viejo, no lo permitió. Colocó su ejército en un promontorio con los flancos protegidos y se limitó a esperar. El tiempo jugaba a su favor. Los generales persas, al ver que nadie toma la iniciativa y temiendo que los atenienses puedan recibir refuerzos, deciden pasar a la acción. Datis y Artafernes optan por dividir el ejército. La caballería vuelve a ser embarcada y parte rumbo a Atenas con la intención de sitiar la ciudad y provocar que los partidarios de Hipias se subleven desde dentro entregando la plaza. En caso de que la táctica fallase siempre podrían mover las tropas para atacar a los griegos por la retaguardia.


Hoplita
Mucho se ha criticado esta decisión. Es cierto que conllevaba riesgos. Dejar a la infantería persa, peor equipada y entrenada, sola frente a las falanges atenienses quizá fuese una opción temeraria; pero la idea era buena. Los griegos no pensaban moverse de su posición y serían atacados por los persas desde el frente y la retaguardia. La operación se realizó de noche aprovechando que el campamento ateniense estaba tras un promontorio que les impedía controlar la bahía. Maratón se decidió en primera instancia por los informantes. Si los persas tenían traidores griegos de su parte, los atenienses tampoco se quedaron atrás. Algunos guerreros dorios que militaban en las filas de Darío, desertaron e informaron a los griegos del plan persa. Este hecho acabó siendo capital.

Milcíades, al enterarse de que la infantería persa no tenía el apoyo de su caballería, ordenó atacar inmediatamente. Si acababan con el enemigo lo suficientemente rápido los atenienses estarían a tiempo de defender su ciudad. El plan persa se había ido al garete. El 11 de septiembre del año 490 a.c ambos ejércitos se enfrentaron en Maratón.


Las falanges de hoplitas estaban mejor equipadas y preparadas que sus homólogos griegos. Los hoplitas formaban en formaciones cerradas de 8 filas de fondo y avanzaban en formación hasta entrar en contacto con el enemigo. Se trataba de no perder el orden y reducir los resquicios. La falange actuaba como un solo hombre. Con el hoplón (escudo hoplita) se protegía al compañero de la izquierda mientras que con las lanzas se hostigaba al enemigo. La espada  hacía el trabajo en las distancias cortas. Perder el escudo era considerado delito pues se dejaba expuesto a otro soldado. Con esta táctica, un pueblo de número reducido lograba minimizar las bajas. La infantería persa no estaba preparada para batir a este enemigo.


Calímaco dirigía el ejército ateniense. Decidió colocar las falanges con tres filas en el centro y en una línea más extensa debido al ancho de la playa, pero mantuvo la formación de 8 filas de profundidad en los flancos. El general Artafernes situó sus mejores tropas en el centro y dejó que los menos preparados defendiesen los flancos. La idea era aplastar el centro griego para dividir el ejército ateniense en dos y destruir sus alas por separado aprovechando el apoyo de cada ala. Los persas aún no conocían la dureza de las falanges. De los 25000 efectivos persas sólo una cuarta parte eran tropas de calidad y bien equipadas. Sin embargo, los 10000 soldados griegos estaban bien preparados pues parte de su formación como ciudadanos era el entrenamiento en el combate hoplítico.

Batalla de Maratón
El plan griego era simple: aplastar rápidamente las alas medas y copar la élite persa del centro desde los flancos. La línea central, más extensa y vulnerable, situada por Calímaco era la columna vertebral del plan. Debían aguantar al centro persa mientras las alas devastaban los flancos de Artafernes. Calímaco asumió el riesgo de dejar más expuesto el centro para atraer la atención de los mejores efectivos persas; confiaba en que la calidad pudiese contener la cantidad y no se equivocó, pese a que él mismo murió en el combate.


Disposición de las tropas
El principal peligro para las falanges eran los arqueros persas. Calímaco y Milciades dieron la orden de avanzar a la carrera para cubrir rápidamente la distancia que separaba a los ejércitos. Los hoplitas corrían con las lanzas por encima de la cabeza para ensartar a los enemigos en los lugares más desprotegidos: testa y el cuello –bajas seguras-. Los griegos portaban cascos pesados precisamente para hacer frente a este hecho. Aún así, el centro persa aguantó el choque de los hoplitas e incluso les hizo retroceder. Pero las alas no aguantaron ante el ímpetu de los hoplitas que rompieron las líneas persas. Éstos huyeron en desbandada hacia sus botes. La trampa estaba lista.


Las alas griegas se volvieron sobre el centro persa, que estaba dando una buena paliza a los griegos, y se lanzaron al ataque. Copado y hostigado por todos los frentes, la infantería aqueménida sufrió una auténtica carnicería. Artafernes fue vencido. La derrota de Maratón fue dura para los persas. Perdieron a 6400 hombres –sin contar heridos- por sólo 192 griegos. Los atenienses victoriosos mandaron heraldos a la ciudad para evitar que se rindiesen (famosa leyenda de Filípide, el hombre que inventó el Maratón). El ejército de MilciadesCalímaco estaba muerto- marchó sobre Atenas y llegó antes que los persas. Cuando éstos arribaron con sus barcos se encontraron a los hoplitas en perfecta formación. Datis desistió de su plan y se marchó de Grecia.


Éste duro revés trastocó los planes de Darío y convirtió a Atenas en la ciudad líder del mundo heleno. El Gran Rey no pudo consumar su venganza y murió poco tiempo después, pero la derrota de Maratón dolió y mucho. El hijo de Darío, Jerjes no iba a perdonar esta afrenta y comenzó a preparar un ejército enorme, ya no para castigar a Atenas sino con la intención de dominar toda Grecia.


23:59 En la siguiente parte trataremos la segunda guerra médica con sus enfrentamientos más importantes. Si Atenas se alza como estandarte del mundo griego tras Maratón, en la siguiente podremos ver el auge de Esparta y también el poderío naval ateniense que se fraguó como consecuencia de la primera guerra médica.

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